
Empezó el mundial de rugby y con él las ilusiones de millones de argentinos. Perdón, ¿dije ilusiones? Me refería a la exacerbada exaltación que no llega más que a humedecer el sentimiento de chicos, adultos y ancianos en época de mundiales. No estoy planteando que este nacionalismo deportivo, por llamarlo de alguna manera, esté equivocado pero sí que será fuente de futuras decepciones. Como pasará con el rugby pasó con el fútbol y el tenis. En los torneos más representativos de estos dos deportes (Mundial de selecciones y Copa Davis) argentina era candidata a consagrarse campeón. Esto crea un clima de expectativa que solo se completará con el triunfo mientras que otros resultados serán tomados como frustrantes. Ahora bien, nos preguntamos ¿cuál es la fuente que crea esta necesidad triunfalista? La respuesta no es una sola. El periodismo deportivo es uno de los principales factores por la posibilidad que tiene de crear opinión en las personas e incluso en los directivos a tal punto de llegar a destituir de su cargo a personajes de importancia como directores técnicos. También la sociedad actual favorece la creación de esta conducta exitista debido a que las normas que la rigen están marcadas por lo efímero y lo inmediato. Es muy difícil hoy por hoy darse cuenta de la importancia de los procesos a largo plazo y tomar conciencia de lo fundamental que es la experiencia para los deportistas. Ayer escuchaba a un periodista muy conocido hablando de la goleada que sufrió el equipo femenino de fútbol argentino en el partido inaugural ante Alemania. Es algo obvio, si uno se pone a pensar, que suceda esto. Principalmente porque el seleccionado Teutón es uno de los candidatos a llevarse el título y en segundo lugar porque las chicas argentinas no poseen ni la misma preparación ni los recursos que otros seleccionados tienen.
Volviendo un poco al tema del factor social es esencial resaltar, aunque parezca una frase trillada, la importancia que tendría para las personas un triunfo a nivel deportivo. No se puede esperar que alguien que sale de su casa a las siete de la mañana y vuelve recién a las siete de la noche luego de su jornada laboral se disponga frente al televisor y escuche a Mariano Grondona con todo lo que eso implica. Lo mínimo que necesita es un poco de diversión, una victoria en su vida que muchas veces es proporcionada por el deporte.
Con este breve texto no intento criticar al periodismo deportivo ni a la sociedad por este modelo implementado desde ya hace varios años, simplemente advertir sobre las frustraciones que puede ocasionar el bendito y conocido exitismo argentino.